Por tanto, la formalización no se debe entender como la voluntad de generar unos elementos, sino unos objetos profundamente arquitectónicos que se apropian del espacio libre existente y ayudan a leer mejor el lugar. La propuesta trabaja con diferentes estratos: historia, territorio, ciudad, uso y personas. En definitiva, el proyecto hace que este pequeño de fragmento de ciudad sea habitado a través de su ocupación y su utilización y así, se convierte en arquitectura.